SOLO ESCÚCHEME, POR FAVOR
Lo que me ha enseñado el oficio de ser taxista, es que cada día detrás del volante puede llevar alguna sorpresa, y por eso me siento muy a gusto con mi profesión. A algunas personas les puede parecer que los taxistas son muy aburridos y que este curro es muy monótono, nada más lejos de la verdad. Al trabajar tantos años como taxista, he tenido la oportunidad de conocer a gente muy intrigante. En este post os quería contar la historia de un chaval que una vez tuve el honor de conocer.
La situación tuvo lugar hace un par de años. Estaba sentado en mi coche, esperando pacientemente a que me saliera una carrera. Repentinamente, un joven abrió la puerta y preguntó si estaba libre. Le dije que sí, que entrara y me dijera la dirección, pero su respuesta me sorprendió. Él no quería llegar a ningún lugar concreto, solo necesitaba a alguien que le escuchara. “Solo escúcheme, por favor” - oí de su boca y ya sabía que ese día de mi trabajo iba a ser uno de los más interesantes.
Resultó que pasamos juntos unas horas viajando sin ningún destino concreto. El chaval me contó unos hechos de su vida, no quiero revelaros sus historias privadas, pero a pesar de su corta edad, él ya ha vivido bastante. Lo que más me entristeció, fue que este joven ya no veía el significado de la vida solo por haber cometido algunos errores de los que se arrepentía.
¿Acaso tenía yo derecho a decirle qué hacer con su vida? Creo que lo mejor que podía hacer era escucharle atentamente. Le dije que cada uno de nosotros comete errores, lo más importante es saber sacar conclusiones, ¡anímate y sigue adelante con tu vida! Agua pasada no mueve molino.
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